La idea era darle un giro radical, por lo que decidimos pintarlo de blanco. Pero un costurero clásico como éste quedaba muy raro con un blanco tan puro, así que decidimos lijarlo para darle un aspecto usado.
Para conseguir un aire envejecido dejamos los tornillos originales tal y como estaban, oxidados. Por último le dimos una capa de betún de judea, y decoramos las tapas con un papel que le venía al pelo, en el que aparece un aviador que nos recuerda al aviador perdido del Principito...
Esperamos que os guste.
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